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Lengua Afuera

 -  Dame el chupetín-, le digo. y se da vuelta para dejarme lamer lo que queda de sabor y azúcar en su boca. Me acerca esa boca abierta, lengua fuera. Una oleada intensa, acuosa, acolchada, suave, me voy a morir. Floto con su lengua pausada en la mía, tensa antes de desmoronarse y buscarme de nuevo. Vamos encontrando lugar en nuestros mentones. ¿Cómo puede ahogarme así? Entreteje la respiración con su saliva y deja un hilo de besos entreabiertos, sostenidos apenas de las puntas de los dedos y de las lenguas. Agustín nos mira y se ríe. Estamos en la mitad de la fiesta. - Están re putas las dos El calor ahora se condensa en mi pecho. Me queda atascada la respiración en la garganta. La puedo desglosar parte por parte: huesos, cuerdas, cartílago y nada de aire. Miro alrededor, a un costado, al otro. No encuentro dónde hacer foco. Pero no pasa nada. No pasa nada. No significa nada. Miro para abajo, mi bota se manchó con barro. Trato de sacarme la mancha con el otro pie y se esparce...

Hambre en el manglar

Acercó el dedo despacio a la placa vieja de la portería. Era como un edificio en miniatura y su dedo subía rozando uno por uno los timbres: primero… segundo… tercero… cuarto…  quinto… Malena. El botón se le hundió en la yema y le dolió. ¿Había apretado bien?      - ¿Hola? Una voz metálica con resabios de reptil respondió. Una voz tajada, con cortes y grietas ásperas. La voz de Sylvia. Lua tomó aire.     - Soy la.. yo… vine por Malena.     - ....     - Estoy abajo.     - Sí. Eso está claro.  Después un clac. Lua quedó esperando con la mirada fija en la placa dorada: la calmaba. Ella podría vivir ahí, sobre el botón de un tercero, o un octavo. Cerca de Malena. Trepar a su casa con cosas para comer. Malena amaba las medialunas con jamón y queso. Podrían desayunar con el sol calentándoles las remeras estiradas que usaban de pijama. Malena tendría el pelo hecho una maraña. Todo olería a harina horneada,...