Chauchas verdes

Qué cosa. Esa cosa. La que tiene el otro. La que para tenerla se te caen otras dos, y ahora las querés más.
Qué cosa la de mirar el plato del al lado. Sabiendo que esa comida no es nuestra, la tuya se enfría y  te quedan chauchas verdes nadando en jugo teñido con sal.
Qué cosa esconderse entre pilones de ropa pero no cerrar la cortina del living.
Qué cosa tener la última palabra y que no sea la correcta. Que no sea la correcta e irte con un piquete de letras desordenadas atoradas en la garganta con más paros que la línea D. Y qué cosa que ese mismo día la línea D esté parada, cosa que tengas tiempo de descuartizar esa última palabra hasta no tener de qué agarrarte. E inventar una palabra nueva.
Qué cosa la de justificarse. La de irse incómodo por mostrar el repertorio de ideas disponibles como quién expone una maqueta sin terminar frente a una clase. Como quien finalmente la tira y confiesa que en realidad no trajo nada, se olvidó.
Qué fenómeno el desmerecer lo propio. Incapaz de liberarse del círculo vicioso de la psicología. Probando ser digno hijo de tu padre. Digno hijo de tu madre. Digno esclavo de la pasividad, y el mayor estafador que conociste. Un ilusionista que se convenció de su propio truco.
Qué cosa este tono amargo, que se pega como caramelo chupado con aroma a colorante, endulzante, químicos y ni un gramo de caramelo.
Qué cosa amarga los espejos. Especialmente los que no existen. Y qué barbaridad el verse reflejado en todos lados. Ser un ser con tanta capacidad de proyección que la proyección domina y avanza como autocine encandilando al que viene de frente.
Qué cosa las palabras. Que estén hechas de líneas simbólicas a las que soplamos la fórmula del Golem y les damos vida. Y qué cosa que sean ellas las que tienen el poder, por que al final solo sobrevive el más apto.
Q u e c o s a

Comentarios

  1. Qué hermoso poder acompañar este día ventoso con tus textos. Qué lindo es leerte.

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